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53. dioses menores

Inge se recogió el pelo dándole una sencilla vuelta y se ciñó el pañuelo alrededor de la nuca. Extendió luego un lienzo sobre el suelo de teja roja y se acostó boca arriba para recibir la caricia asfixiante del sol de julio que incendiaba la tapia.

Llevaba una braguita azul con encaje rosa, toalla blanca alrededor del pelo. Uñas lacadas en los pies, de color blanco y piel untada en aceite. Su piel nácar, salada y brillante, también blanca.

Ningún otro aderezo, pura esencia. Nada más en el mundo.

Inge entregando su ofrenda al sol, bañada en él. Un dios y su concubina follando juntos.

Y yo, triste de mí, mirando.

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